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lunes, 18 de mayo de 2015

Indecisa - Capítulo 13 (D. C. López)

Capítulo 13

 

(D. C. López)

 

Se sentía como un mierda. Como una grandísima mierda. Por un lado, se sentía bien por haber puesto a Jessica en conocimiento del turbio secreto que tan bien había guardado celosamente Jack. Sin embargo, por otro lado, estaba hecho polvo por haber sido el causante del dolor que estaba padeciendo la chica de sus sueños en cuestión. El verla llorar desconsolada, rota, le había partido el alma a él. Pero no tenía otra opción, o se lo decía él para que supiera con qué tipo se estaba viendo, o al final se lo acabaría desvelando la bruja de Noelia. Y fijo que esta se lo hubiera contado de tal manera, que el machazo hubiera sido mucho peor, más destructivo y doloroso; era obvio que esa rubia descolorida, disfrutaba con el dolor ajeno.

Tras dedicarle una mirada asesina a la chica de marras, que estaba en la otra punta del Pub sentada en la barra con una cerveza entre sus bien cuidadas manos, Richard tomó el casco que había dejado apoyado sobre una de las sillas que habían alrededor de la mesa en la que minutos antes había estado hablando con Jessi, y se fue directo a los aparcamientos sin molestarse en tratar con aquella arpía llamada Noelia; ahora que había cumplido con su parte, con su objetivo, no quería volver a verla, ni en pintura siquiera.

Segundos después, mientras iba montado sobre la moto en dirección a su solitaria casa, pensó en la manera de tener un nuevo acercamiento con Jessica. Tenía la intención de ser su pañuelo de lágrimas, quien le consolara ahora que estaba tan necesitada de apoyo y el que le hiciera olvidar a ese malnacido que había resultado ser un impostor.

 

***

 

Ya no tenía más lágrimas para derramar. Sus ojos estaban ya secos. Y por lo visto, Jack estaba igual que ella, en idéntica situación.

—Yo... —Jack no supo qué más decir. Acababa de confesarle que fue un cabeza loca, un chulo prepotente que antepuso sus ganas de gloria, ante la prudencia, consiguiendo así destrozar la vida de una encantadora muchacha—. Lamento todo lo ocurrido. El accidente, las repercusiones posteriores y el haberte ocultado esta siniestra parte de mi vida... —Ahora que había encontrado el valor de abrirse, las palabras salían solas como si nada—. Nunca fue mi intención hacer daño a nadie.

Esto último lo dijo en un susurro, ya que según iba pronunciando las palabras, éstas iban perdiendo intensidad. Se limpió una vez más las mejillas aún un poco húmedas, con el dorso de una de sus manos.

—Lo sé. No te creo capaz de hacer algo así adrede —reconoció ella, tras el incómodo y corto silencio que se había establecido entre ellos, tras las sinceras palabras de Jack—. ¿Sigues participando en carreras? —soltó ella antes de que él pudiera decir algo.

Jack se puso pálido y tan rígido, como una estatua de granito. ¿Cómo podía confesarle abiertamente, que después de lo de Diana había seguido corriendo de manera temeraria, sin miedo a la muerte, porque en cierto modo, la andaba buscando? Según él, era lo que se merecía como castigo por lo acontecido casi un año atrás.

La muchacha, al ver el cambio obrado en él y al no recibir contestación alguna en el acto por su parte, dedujo la respuesta por sí misma.

—Por tu silencio, deduzco que así es...

Jessica, mientras esperaba a que él dijera algo, lo miró con un cúmulo de emociones congregadas en sus pupilas. Sentía pena, tristeza, compasión, compresión, y al mismo tiempo, preocupación. Preocupación por no saber cómo afectaría todo lo que acaba de descubrir, en su relación con él... ¡Por todos los diablos, si el chico no había aprendido la lección y seguía jugándose la vida! Y, para qué obviarlo, la de los demás también.

Era consciente de que ya no lo vería con los mismos ojos. Ahora sabía que él, además de ser un irresponsable, había amado a otra, si es que no la seguía amando aún después de lo ocurrido, y que era capaz de ocultarle algo de tan tremendo calibre. Si no se lo hubiera contado Richard, entonces, ¿qué, jamás se habría enterado de que había una chica de su edad, medio muerta en un hospital por culpa suya, por confiar en él? Cierto era que los accidentes ocurrían, y que Jack no tenía del todo la culpa. Diana había montado en el coche, sabiendo los riesgos a los que se exponía, sin que nadie la forzara. No obstante, el que había aceptado aquél estúpido reto de la carrera ante un puñado de amigos, el que había ignorado las advertencias de la chica, y el que había empotrado el coche contra el muro del almacén, había sido él; y si no fuera por su amigo Richard, él jamás se lo hubiera confesado. Y eso, junto con todo lo demás, le dolía horrores. Eso de que Jack no confiara en ella, la había defraudado, dolido.

Él intentó un acercamiento, pero ella dio un paso hacia atrás, alejándose de él; todavía estaba conmocionada y tenía mucho qué pensar. Entre que nunca había estado del todo segura de que lo suyo con él fuera a funcionar debido a que apenas se conocían, entre los sentimientos que aún sentía por Richard, y lo que acababa de descubrir, la pobre, a esas alturas, se encontraba más confundida y perdida que nunca.

—Jessi... —susurró el compungido chico al verla alejarse, huyendo en cierto modo de él—. ¿Es que me temes? ¿Crees acaso que a ti también te haría daño?

Su voz se quebró, a la vez que sus labios temblaron ante la idea de haberla perdido ahora que había conseguido conquistarla. Una conquista que pintaba ser efímera, por cómo se estaban desarrollando los acontecimientos.

—No, no es eso —respondió ella enérgicamente, con quizás más fuerza de la que hubiera deseado emplear—. Lo que ocurre es que estoy cansada emocionalmente. Necesito estar una temporada sola, para asimilar todo esto.

Jack, que seguía con los hombros hundidos, todo derrotado, asintió con la cabeza tras suspirar con resignación.

—Está bien, te daré todo el espacio que necesites. Tómate el tiempo que creas conveniente. Yo te estaré esperando —hizo una pequeña pausa para darle más énfasis a la palabra que pensaba pronunciar a continuación—. Siempre.

Aunque a Jessica le dolía verlo así, hecho polvo como ella se sentía también, no cambió de parecer. Sabía que no tenía que tomar una decisión estando en caliente, de ahí que quisiera tomarse un tiempo y pensarse las cosas ya en frío. Estaba su futuro en juego. De la decisión que tomase, la de seguir siendo la novia de Jack a expensas de que cualquier día de estos tuviera de nuevo otro accidente en el que perdiera la vida, o no, su destino sería de una manera o de otra. Pero la cuestión era, en el caso de decidir no seguir con él, ¿se conformaría con ser simple amigos? Y si elegía la otra opción, ¿cómo podría ella vivir sabiendo que en cualquier momento su chico podría acabar empotrado contra una pared?

«¡Vaya lio! No sé qué hacer. A pesar de todo, sigo colada por él. Es sentir su mirada sobre mí, y sentir mariposas en el estómago. Sin embargo, con Richard me pasa igual... ¿Qué hay mal en mí?», se preguntó mentalmente Jessica, toda hecha un manojo de emociones contradictorias.

—Llévame a casa, por favor —le pidió tras otro incómodo silencio.

Jack no dijo nada, se amasó el pelo despeinándoselo, para acto seguido enfundarse nuevamente el casco. Una vez hubo arrancado la Harley tras haberse montado encima de ella y ya sin el caballete puesto, notó a sus espaldas como Jessica tomaba asiento detrás.

Y como la anterior vez, la chica se aferró nuevamente a su cintura para ir bien sujeta.

El muchacho se recreó en la sensación de ese contacto, pues era consciente de que pasaría algún tiempo antes de volver a tener un contacto físico con ella, si es que alguna vez lo volvía a tener. Eso dependía de ella.

Y a él, por mucho que le jodiera la situación en la que ahora se encontraba por culpa del mete-en-todo de Richard, no le quedaba otra que resignarse y esperar, además de rezar para que ella no decidiera finalmente, alejarse del todo de él.

 

***

 

Jamás había pensado que al llegar a casa se iba a encontrar con tal panorama. No esperaba encontrarse a su padre todo desquiciado y preocupado, yendo de un lado para otro en medio del salón, con un sobre en la mano.

Cuando Lucius se percató de su presencia, corrió a paso ligero hacia ella, con la cara desencajada.

—¿Me puedes decir qué es esto y quién es Jack?

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