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domingo, 6 de septiembre de 2015

Indecisa - Capítulo 19 (María Orgaz)

Capítulo 19

 

(María Orgaz)

 

Cuando Jessica escuchó aquellas palabras de la boca de su padre se quedó bloqueada. En su interior, sentimientos contradictorios luchaban, se sentía alegre pues era una desgracia que la chica llevase tanto tiempo en coma, pero otra parte de ella no pudo evitar que unos celos saliesen a la luz, pues era más guapa, había estado con Jack y probablemente pretendiese estar con él al haber despertado. Entonces recordó a Jack, tal vez ya lo sabía, a fin de cuentas, no le habían dado todavía el alta, que se lo darían un par de horas más tarde.

Lucius supo que su hija se encontraba en una encrucijada de sentimientos, y prefirió darle un poco de espacio para que pensara tranquilamente en sus cosas. Jessica no se movió, ni se percató de que su padre ya no estaba en la habitación junto a ella. Tan solo salió de su ensimismamiento cuando sintió que el móvil vibró en su mano.

Miró la pantalla, era la respuesta de Richard.

«Lo sé. Espero que esté mejor».

Se notaba que la noticia no era plato de buen gusto para él, pero que estaba tratando de ser educado. Pero todo había cambiado para Jessica tras la inesperada noticia. Así que no dudó en contárselo.

«Diana acaba de despertar, me lo ha dicho mi padre».

 

***

 

Richard estaba bastante contento de tener una relación un poco más cerca con Jessica, aunque el moreno de la Harley estuviese de por medio, era mejor tenerla así por el momento antes que no poder hablar con ella como había sucedido antaño. La noticia del alta de Jack le traía por el valle de la amargura, pues su competidor estaría al pie del cañón para tratar de arrebatarle a la chica de sus sueños. Cuando su adorada Jessica le escribió por WhatsApp que el motero chulito iba a tener aquel día el alta, sintió ganas de estampar el teléfono contra el suelo por la rabia, pero como se había prometido a sí mismo ser mejor persona, supo que debía ser educado, para no volver a discutir con ella. Lo que no podía haberse imaginado jamás era la inesperada noticia del despertar de Diana.

Estaba un poco confuso, ¿qué pasaría a partir de aquel momento? ¿Qué haría Jessica? ¿Y Jack? ¿Y Noelia? Porque si aquella víbora estaba con las uñas sacadas porque la angelical Jessica quería estar con Jack, ¿qué haría cuando se enterase de que la comatosa novia de su hombre había despertado? Desde luego todo era un auténtico lío ya de por sí, pero encima con aquella molesta y desagradable rubia, que era tan mala como el mismo diablo, era peor. ¡En qué hora había ayudado a aquella chica! Pues no solo no había conseguido tener a su lado a Jessica, sino que encima estaba estropeándolo todo cada vez que aparecía.

«Eres estúpido, Richard. Ahora esa maldita rubia lo complicará todo mucho más», se dijo a sí mismo. Tenía que tratar de ver la situación de otro modo, tal vez si conseguía limar asperezas con Jack podría cantar en el grupo sin matarse a hostias con él, y a lo mejor conseguía ganar puntos con Jessica.

De manera rápida y decidida se marchó hacia el hospital, pues seguramente pillaría al moreno todavía allí. Se le estaba ocurriendo una idea y tal vez era lo mejor que podía hacer en un momento así.

El camino hasta el hospital no fue largo, pero con tantas cosas en la cabeza a Richard le pareció un viaje eterno. Subió hasta la habitación de Jack donde esperaba encontrárselo para contarle su idea. Entró sin llamar y para su desgracia se le encontró a medio vestir, con los vaqueros sin abrochar y sin la camiseta puesta.

—Perdona, creí que estarías aún en la cama. No sabía a qué hora te daban el alta—se disculpó, pues no tenía intención de verle en paños menores.

—Nada, no te preocupes, me estoy vistiendo porque me han dado el alta ya. Aunque no eres la visita que esperaba que viniese a buscarme —comentó con extrañeza mientras terminó de vestirse.

—Lo imagino. Pero necesito hablar contigo de algo muy importante. —Se puso muy serio pues la ocasión lo merecía.

—No me digas que te has hecho gay y te has enamorado de mí —comentó bromeando y riéndose a carcajadas, mientras se sentaba en la cama para descansar un poco.

—En tus sueños...

La pequeña broma relajó un poco a los dos jóvenes, que se sentaron para poder hablar. Jack estaba bastante intrigado de ver que su competidor tenía una expresión extremadamente seria. Así que esperó a que hablara para salir de dudas.

—Mira, sé que tú y yo no nos llevamos bien. Pero lo cierto es que ambos compartimos varias cosas, como la pasión por la música, y a Jessica. Aunque tenemos algo más en común, y por desgracia es algo bastante peor que querer a la misma chica... —Richard no sabía cómo explicar todo lo que estaba rondando en su cabeza, necesitaba su ayuda y era una idea que le carcomía por dentro.

—Estás muy raro, y no comprendo lo que quieres decirme...

—Noelia es lo que pasa. ¡En qué maldito día quise hacerle caso! —Sabía que el motero le comprendería. Aunque no estaba seguro de si le ayudaría.

En cuanto Richard terminó la frase Jack abrió los ojos desmesuradamente. Aquella víbora había estado aliada con su competidor. Desde luego la situación prometía. Al principio, quiso pegarle una tremenda paliza, pues seguramente toda la situación con su querida Jess se había complicado por culpa de aquella unión. Pero si había ido a hablar con él, era porque estaba harto de Noelia, cerró los ojos y movió la cabeza a los lados mientras suspiró, no solo para calmarse sino porque comprendía perfectamente que estuviera desesperado por liberarse de aquella rubia sin escrúpulos.

—Ya decía yo que Noelia estaba más pesada y alegre que de costumbre...

—Creí que podría ayudarme a conseguir a Jessica y que así se alejara de ti. Me contó cosas horribles sobre tu pasado, aunque por lo que me he enterado, no eres tan mal tipo como creía. —Richard estaba hablando con total sinceridad. A fin de cuentas, de verdad había visto que el moreno no era tan mal chico.

—Desde que conocí a Noelia ha sido un tormento. Así que te entiendo y creo que te voy a ayudar.

Por primera vez, los dos chicos estaban de acuerdo en algo. Lo complicado era pensar en un plan para librarse de la rubia peligrosa, y además hacerlo de manera conjunta. Estuvieron hablando largo y tendido, pues Jack quiso enterarse de todo lo que había tenido que ver con Noelia, para saber hasta qué punto había influido en los últimos acontecimientos con Jessica.

—Bueno, entonces tenemos que tratar de alejarla de Jessica. Bueno, y de nosotros, ¡yo estoy harto de ella! —bufó Richard con enfado.

De repente la puerta de la habitación se abrió de golpe provocando un gran estruendo.

—Así que conspirando en mi contra... Jack tú eres mío. Además, Richard tiene que follarse ya a Jessica para que esa maldita niñata te deje en paz, o pagará ella las consecuencias —les amenazó Noelia con una sonrisa malévola.

—No te atreverás a tocarla o te juro que no respondo de mis actos. —Jack estaba más serio que nunca.

Noelia se acercó a él con los ojos entrecerrados. Mientras él continuaba sentado al igual que Richard que la observaba con odio, pues por su culpa toda la situación estaba del revés. Noelia sacó una navaja y se la clavó a Jack en el estómago, sin que ninguno de los dos jóvenes pudiera reaccionar a tiempo pues no se lo esperaban.

—Si no eres mío no lo serás de nadie —escupió antes de sacar la navaja del estómago del joven motero y ver cómo empezaba a sangrar.

Noelia se marchó corriendo dejando a Jack malherido y a Richard bloqueado por lo que acababa de suceder. No se esperaban algo así. Jack se retorció de dolor mientras todo se manchaba de sangre. Tras unos segundos, Richard consiguió volver a ser él mismo y trató de ayudarle. Cogió una de las sábanas de la cama para tratar de taponar la herida.

—¡Aguanta, voy a buscar ayuda! —gritó mientras salió al pasillo a pedir ayuda.

Cuando salió por el pasillo con las manos ensangrentadas se chocó con alguien. Era Jessica que, al verle nervioso, gritando y con las manos cubiertas de sangre abrió desmesuradamente los ojos.

—¿Estás bien? ¿Por qué vas cubierto de sangre?, ¿te has pegado con Jack? —preguntó ella de forma atropellada.

—¡Jack necesita ayuda! —gritó corriendo por el pasillo para buscar ayuda.

Jessica entró en la habitación y se encontró a Jack sangrando por el estómago y tratando de taponarse la herida con la sábana que le había dado Richard. Abrió desmesuradamente los ojos mientras se acercó a él para intentar socorrerle. A los pocos segundos, Richard volvió con un médico para que atendieran al joven moreno.

Estuvieron curándolo mientras los dos jóvenes tuvieron que esperar en el pasillo. No sabían lo grave que podía estar, sobre todo la muchacha que había llegado en medio de la confusión. Richard le relató la historia a Jessica, que empezó a llorar por la preocupación y angustia. Pasados unos minutos, el médico salió de la habitación y los dos jóvenes se abalanzaron sobre él para tener noticias de Jack.

—Doctor, ¿cómo está Jack? —preguntaron a la vez con angustia.

—Ha perdido mucha sangre, pero habría perdido más si no le hubierais ayudado a taponarla. Pero no había causado daños demasiado graves. Evidentemente, necesita estar ingresado para recuperarse y que se sequen los puntos —explicó el doctor con calma.

—¿Puedo pasar a verle? —Jessica no podía contener las lágrimas.

—Podéis pasar, pero solo cinco minutos, necesita descansar. Y por favor, no le alteréis.

Jessica y Richard pasaron con cuidado a la habitación, donde Jack estaba tumbado con los ojos cerrados y un gran vendaje en el estómago. La muchacha se acercó a él y le acarició la mejilla con el dorso de su mano. Al sentir el tacto, Jack abrió los ojos lentamente.

—Hola... —dijo un poco adormilado.

—¿Cómo te encuentras? —Richard preguntaba de manera sincera, se había asustado mucho al ver tanta sangre. Sangre que aún tenía en sus manos.

—Como si me hubieran apuñalado... —dijo intentando poner tono chistoso—. Gracias por ayudarme, Richard.

Jack y Richard se miraron a los ojos durante varios minutos, con gesto serio pero amistoso. Aquel ataque había influido en ambos de una manera que ninguno de los dos hubiera esperado.

sábado, 5 de septiembre de 2015

Indecisa - Capítulo 18 (Angy W.)

Capítulo 18 

 

(Angy W.)

 

—Jess... —comenzó a decir Jack, pero se detuvo. Soló suavemente la mano de Jessica y se alejó de nuevo, bajando la mirada y contemplando su regazo, abatido. Jess lo observó con el corazón roto.

—Será mejor que vuelva a casa —dijo, mientras le dedicaba una sonrisa que mezclaba tristeza y cariño. Salió de la habitación antes de que su compañero pudiese replicar.

En el pasillo, volvió a ver el cuarto de Diana, vacío en aquel momento. Incapaz de resistir la tentación, entró. La estancia estaba levemente a oscuras, ya que las cortinas estaban parcialmente corridas, pero aquello solo conseguía que la muchacha destacase más. Su piel clara —mortalmente pálida—, y su cabello castaño intenso parecían brillar. La imaginó en el coche, con la cara contraída de espanto, gritándole a Jack desesperadamente que se detuviera antes de que... se sumergiera en el sueño indefinido en el que se encontraba en aquel momento.

—¿Dónde estás, Diana? —murmuró Jessica en voz baja.

—Eso es lo que nos gustaría saber a todos —Una voz femenina le respondió, sobresaltándola—. Y si queríá irse de allí para volver a nuestro lado algún día.

Jessica casi dio un saltito del susto, y se giró preparando mentalmente una disculpa y una explicación sobre su presencia allí. Pero la visión de la madre de Diana entrar en la habitación dejó su mente en blanco.

—Elizabeth... —susurró. Aún le sorprendía y le incomodaba la revelación de su padre, y no sabía muy bien cómo debería tratar con ella—. Yo... lo siento, vi a Diana desde el pasillo y entré sin pensar y...

—No te preocupes —Le sonrió Elly—. En otro tiempo, si las cosas hubiesen ido de otra manera, tú y Didi seguramente os hubieseis conocido desde pequeñas y os hubieseis hecho inseparables como tu madre y yo lo fuimos. Y estar aquí hubiese sido completamente normal para ti.

Elizabeth se giró hacia su hija con una expresión vacía en su rostro.

—A veces las personas se van sin que ni siquiera podamos decirles adiós.

Jessica sabía que parte de aquellas palabras también se referían a su madre, Flavia. Tragó saliva.

—Aún no sabemos qué será de Diana. Todavía no se ha ido. Así que no tiene por qué decirle adiós aún —dijo, sin pensar. Sin embargo, al ver el rostro de la mujer, sin esperanzas, no pudo evitarlo—. Diana podría despertar. Por eso, pienso que es mejor que prepare las palabras que le dirá cuando regrese.

No sabía ni lo que estaba diciendo. Se sintió ridícula soltándole aquellas palabras tontas a la madre de aquella chica, cuando ni siquiera conocía ni era cercana a ninguna. Se mordió el labio inferior. Sin embargo, Elizabeth sonrió. Sus ojos estaban ligeramente brillantes.

—Gracias, Jessica.

 

***

 

Richard contempló abstraído el plato de pasta que había sobrado del mediodía girar y girar dentro del microondas. Últimamente no se sentía él mismo. No se sentía nada. ¿Qué estaba haciendo? Repasó mentalmente sus acciones y su comportamiento en las últimas semanas, y solo pudo concluir que había sido un soberano imbécil. Se había liado con Emy y había hecho daño a Jessica incontables veces. La quería, quería luchar por ella y quería protegerla. Pero al final debido a sus celos y a su imbecilidad solo acababa hiriéndola. ¿Siempre había sido así? ¿Ni siquiera sabía cómo hacer feliz a la chica que le gustaba? Él había pensado que era diferente. Que era otro tipo de chico, menos egoísta, más paciente, un chico que podría conquistar de forma limpia a la persona que quería. Pero lo único que había hecho había sido cagarla una y otra vez, decepcionando sin parar a Jessica y a sí mismo. Al final, no había demostrado ser mejor que Jack.

Interrumpió momentáneamente esa espiral de autodesprecio para levantarse y sacar el plato del microondas. Se sentó de nuevo en la pequeña mesa de la cocina, ya que el salón se le hacía demasiado grande y vacío para él. De nuevo, una cena solo. Pensó que aquel plato de pasta recalentado y aquella cocina podrían perfectamente englobar y representar su vida en general.

Definitivamente, tenía que cambiar. A partir de ese momento actuaría diferente. Sabía que habían pasado muchas cosas, y que Jessica aún estaba conmocionada y necesitaba tiempo. Así que se lo daría. Jess sentía algo por Jack, ese era un hecho innegable, pero hacía que lo que sintiese ella por él fuese mucho mayor. Y la conquistaría por méritos propios, no a costa de alejarla del moreno.

Allí solo, en medio de la pequeña cocina de una casa demasiado amplia para una sola persona, incluso para dos, Richard se sintió un poco mejor tras tomar esa resolución.

 

***

 

Los días pasaron con rapidez. Richard encontró a Jessica varias veces por el instituto, pero no pasaron del mero saludo. Decidió dejarle el tiempo que ella necesitaba. Sin embargo, su relación no se enfrió, ya que siempre imprimían un cariño especial en cada "hola" o "hasta luego" que se decían.

De vez en cuando le enviaba WhatsApp casuales, simpáticos, divertidos, que la hicieran reír. Sobre todo, en esa época en la que se acercaban los exámenes finales, que hacían que la tensión y el estrés se empezaran a notar en el ambiente y obligaban a dejar el resto de los problemas momentáneamente de lado. Después de aquello, vendrían las vacaciones.

Para Richard, éstas se resumirían en trabajar en el bar, aunque era posible que algún fin de semana hiciera alguna escapada con su hermano a alguna parte. También podría cantar en la banda de Luc. Había pensado muchas veces en la oferta de su amigo. Le había dicho que le daría una respuesta pronto, pero al final nada había quedado en claro. Para ser sincero, le había encantado la experiencia de situarse sobre un escenario, frente a un público alocado contagiado por la locura y el ritmo frenético de la música. Le había gustado cantar, y que la gente respondiera a su voz.

El problema era que en la banda también estaría Jack, y no sabía con seguridad que aquello funcionara dada su relación con él. No sabía si podría cantar siguiendo los acordes de su guitarra, o si él podría tocar para guiar y acompañar a su voz. Se necesitaba una relación de compenetración íntima, y ellos dos apenas podían contenerse para no matarse a hostias cuando se veían. A pesar de que, claramente, ambos disfrutaran de la música.

Richard se preguntó si algún día arreglaría sus diferencias con el moreno. Sin embargo, comprendió, estando Jessica en medio sería difícil. Y la historia de Diana solo complicaba las cosas.

 

***

 

Jessica estaba contenta. Al día siguiente le darían el alta a Jack y saldría del hospital al fin. Había ido ocasionalmente a visitarle, pero últimamente debido a los exámenes apenas había tenido tiempo para ir. El día siguiente, sin embargo, le vería sí o sí.

Tumbada boca a abajo en su cama, en medio de un descanso de estudiar, miró la pantalla de su móvil frente a ella dudando de si debía contárselo a Richard. Aquella última semana, por algún motivo, habían comenzado a hablar bastante. Al principio sólo eran WhatsApp casuales, a veces graciosos y bromistas, pero un día que estaban ambos en línea comenzaron a hablar y la conversación les duró horas. Empezaron comentando asignaturas del instituto y exámenes, pero pronto rotaron a temas más personales. A Jessica le gustaba hablar con Richard. Sentía que hasta aquel momento no había podido hacerlo, ni conocerlo realmente. Sus aficiones, sus pensamientos, sus temores y sueños... precisamente porque no sabía nada de él, la noche en que le vio y oyó cantar se sorprendió tanto.

Tuvo la sensación de que comenzaban a acercarse de nuevo, pero de manera diferente a como había sido hasta ese momento. Sin agobios, sin rozaduras tensas. Simplemente... estaba conociéndolo y dejando que él la conociera a ella. Comenzaban a entablar una confianza de amistad. Aunque, por supuesto, su corazón seguía aumentando el ritmo de sus latidos cada vez que recibía una respuesta del rubio.

Contempló de nuevo el último mensaje de él: «¿Qué te cuentas?», enviado hacía poco. Al final, decidió escribirle «Mañana le dan el alta a Jack». Sencillo, sin explicaciones innecesarias. Sentía que de algún modo Richard tenía derecho a saberlo ya que había estado de alguna manera implicado en toda aquella historia. Vio el estado "escribiendo..." del chico, pero antes de que pudiese recibir y leer su contestación unos golpecitos en la puerta la sobresaltaron.

—Adelante —dijo en voz alta. La figura de su padre la recibió desde el marco de la puerta—. Vaya —dijo con tono alegre—. Normalmente nunca me haces caso cuando te pido que llames a la puerta, hoy te has portado.

—Jess... —El tono serio de su padre y su expresión apagaron pronto su júbilo. Jessica se levantó de la cama.

—¿Qué ocurre? —De pronto, sintió miedo. ¿Qué podría haber ocurrido para que su padre tuviese aquella cara?

—Me acaba de llamar Elizabeth. Pensé que debías saberlo. Es Diana.

Un vacío en su estómago le vaticinó los peores presagios.

—¿Qué pasa?, ¿ha ocurrido algo malo? —No se molestó en esconder su nerviosismo y miedo. Después de aquella charla que había tenido con Elizabeth... si al final a Diana le pasaba algo...

—No. No, no, Jessica, todo lo contrario —Finalmente, Lucius sonrió, y las pequeñas arruguitas que se formaron en la comisura de su boca le dieron un aspecto jovial—. Diana ha despertado.