Os dejo un relato que escribí hace una década. Fue publicado en el Club de las escritoras el 01 de Octubre del 2011:
Relato erótico basado en una escena descrita en el libro "Eclipse" de la Saga "Crepúsculo"
Estaba realmente helada, hacía mucho frío en las altas montañas donde me encontraba
acampando, por eso agradecí que Jacob sugiriera meterse conmigo dentro del saco
de dormir. Aún estaba un poco enfadada con él, pero luego de ver sus buenas
intenciones se me quitó el mosqueo. Aunque a Edward no le hizo mucha gracia que
otro hombre me abrazara, accedió a regañadientes sabiendo que era lo mejor para
mí.
Observó en silencio como Jacob bajaba la cremallera y se metía en el saco
conmigo. Muy a su pesar, tuvo que resignarse, pues sabía que él no podía
ayudarme con eso; su cuerpo helado no desprendía calor alguno.
En cambio, Jacob me inundó de calidez en cuanto sentí su caliente torso rozando
mi espalda, provocándome un dulce escalofrío desde la nuca hasta las puntas de
los dedos de los pies. Me apreté más a su cuerpo buscando más calor, sintiendo
cada músculo de este presionándose contra el mío. En ese momento, Edward gruñó
y le advirtió que dejara de pensar en cosas obscenas y eso me hizo gracia.
Saber que Jacob me deseaba y que Edward se ponía celoso en respuesta, me
provocaba excitación.
Y fue entonces cuando me di cuenta de lo que realmente necesitaba, lo que
quería en ese momento... Era consciente de que en pocas horas podría estar
muerta. Victoria y los suyos podrían darme caza en cualquier momento y era muy
posible que ni Edward ni Jacob pudieran ayudarme. Entonces... ¿por qué no
disfrutar de mis últimas horas de vida? Hacía ya meses que tenía la misma
fantasía erótica, la de ser llenada por dos hombres... ¿sería eso posible? Sin
dudarlo más, me lancé a la piscina.
—¿Edward? —susurré con voz temblorosa, aún me castañeaban los dientes debido al
frío. Jacob en respuesta, me agarró por la cintura y tiró más de mi hacia él.
Noté que él también estaba excitado y adoré sentir su reciente erección
presionándose contra mi trasero.
—Dime, Bella —dijo con la mandíbula fuertemente apretada y los puños cerrados.
¿Había vuelto a leerle la mente a Jacob?
—¿Realmente me amas? —dije al fin, sin dejar de frotarme contra el miembro duro
de mi amigo. Él no pudo resistirse y ahogó un gemido de placer.
—Sabes que así es —su voz era apenas un hilo de voz. Supuse que sin haberme
leído los pensamientos ya que por alguna extraña razón no era posible, sabía lo
que iba a pedirle.
—Entonces... harías todo lo posible por verme feliz, ¿verdad? —sabía que estaba
jugando con fuego, pero si quería ver hecho realidad mi fantasía más caliente,
tenía que aprovechar ese momento.
—Dime de una vez lo que quieres, Bella —me urgió, mirándome fijamente y viendo
el placer dibujado en mi rostro. Jacob había deslizado una de sus fuertes manos
por dentro de la cinturilla de mis pantalones. Antes de responderle gemí de
placer cuando finalmente un largo dedo dibujó la forma de mi húmeda raja.
—Por una vez en mi vida, os quiero a los dos dentro de mí —dije al fin, con la
voz entrecortada por la excitación que me embargaba. No sabía si Edward se
negaría o haría realidad mis deseos, pero recé por que fuera esto último.
—¿Quieres ser poseída por los dos a la vez? —preguntó con voz ronca. Eso me
hizo reaccionar y deslizar mi mirada por su cuerpo. Él estaba también
empalmado—. ¿Prometes que sólo será por esta vez?
—Lo prometo —dije al fin, casi en un grito desesperado. Jacob me había
introducido dos dedos en mi resbaladiza cavidad.
Edward no dijo nada más. Se puso en pie y comenzó a desnudarse. Yo me quedé
embobada observando como su cuerpo iba siendo expuesto a medida que se iba
quitando prendas. Memoricé cada parte que mostraba, como sus músculos se
contraían con cada movimiento y ya, por último, pude deleitarme con la visión
de su enorme miembro endurecido.
—Verás como entre los dos logramos que entres en calor, Bella... —me susurró
Jacob al oído a la vez que me mordisqueaba el lóbulo y me calentaba con su
aliento.
Profundizó más todavía su íntima caricia y sus dedos tocaron un punto oculto en
mi interior que me hizo arquearme de placer contra su torso desnudo. Estaba tan
concentrada en las nuevas sensaciones que el hombre lobo me hacía sentir, que
no noté cuando Edward bajó la cremallera del saco de dormir y se unió a nosotros.
Y todo pasó muy deprisa para mi gusto. A penas podía asimilar lo que aquellos
dos hombres hermosos me hacían. Sus manos volaban por todo mi cuerpo, no
dejaron piel alguna sin ser acariciada, lamida o besada. Sentía mis pezones
dolidos y deliciosamente erizados. A ninguno de los dos se les pasó por la
cabeza mantenerlos descuidados.
Yo tampoco me quedé quieta sin jugar, pues además de recibir me gustaba también
otorgar placer a mis dos amantes. Tomé ambos miembros con mis pequeñas manos,
los acaricié, los lamí primero uno y luego el otro, los succioné hasta que los
tres quedamos satisfechos. Una vez que todos los sexos estuvieron bien
lubricados, procedimos a profundizar nuestras caricias.
Jacob se acomodó de nuevo detrás de mí, con sus expertas manos separó mis
nalgas y expuso mi ano a su vista. Primero lo tanteó con un dedo, estimulándolo
y lubricándolo con mi propia saliva. Yo previamente se lo había lamido,
mientras aún jugaba con el miembro de Edward. Luego, hizo presión y cuando
sentí que me lo introducía lentamente, dí un respingo.
—Relájate, Bella, déjate llevar... —susurró de nuevo, mientras me mordisqueaba
donde el cuello se unía con mi hombro.
Hice lo que me pidió y cuando sentí la punta de su glande presionando aquel
anillo de nervios, gemí por la anticipación. Edward me silenció con su boca,
devorando mis labios y mi lengua. Un segundo después tenía toda la verga de
Jacob clavada en mi trasero y aunque en un principio sentí dolor, me gustó la
experiencia. Luego cuando comenzó a bombear dentro de mí y a susurrarme
palabras calientes, sólo pude sentir placer.
Y antes de que llegara al primero de los orgasmos, Edward me ayudó a separar
las piernas y se posicionó de tal manera que pudiera penetrarme sin dejar caer
su blanquecino cuerpo encima del mío y aplastarme. Poco después estaba hundido
hasta el fondo en mi interior. Notar su miembro rozando mis húmedos pliegues y
sentirlo entrar en mi fue el mayor de todos los placeres.
Me sentía llena, feliz y ya no tenía frío. Saber que estaba siendo amada y
poseída por dos hombres a la vez casi me hizo enloquecer. Todas mis
preocupaciones sobre Victoria y su séquito de neófitos pasaron al olvido y sólo
era consciente de los dos miembros que bombeaban a un ritmo compaginado dentro
de mis dos orificios.
No tardamos mucho tiempo en llegar los tres al clímax y quedar exhaustos
tendidos sobre el saco de dormir. Los dos me abrazaron de manera posesiva y
casi a la par, comenzaron a llenarme el rostro de cálidos besos.
Quizás me quedaran pocas horas de vida, pero al menos me iría al otro mundo
llevándome esta impresionante experiencia conmigo...
FIN
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